Cada vez se habla más acerca de los riesgos de los aceites hidrogenados. Pero, ¿qué son y por qué se consideran dañinos? Conoce en profundidad el tema leyendo este artículo.

¿En qué consisten los aceites hidrogenados?

La hidrogenación consiste en un proceso químico que se aplica en algunos aceites vegetales para convertirlos en grasas sólidas por medio de hidrógeno a altas temperaturas y presión. Ese proceso se lleva a cabo por medio de un catalizador en un espacio al vacío.

Si hablamos en términos físicos, a medida que los átomos de hidrógeno penetran en el aceite, van rompiendo los enlaces entre carbonos, transformando los ácidos grasos mono-insaturados y poli-insaturados del aceite en ácidos grasos saturados.

Este proceso, a veces no es total, y se genera un aceite parcialmente hidrogenado.

La transformación de un aceite vegetal en una grasa parcial o totalmente hidrogenada permite que ésta sea más estable, se incrementa su punto de humo y logran mayor resistencia a tornarse rancios. Estos aceites hidrogenados, a ser sólidos, a veces se comercializan como Mantecas.

Esas ventajas hacen que muchos fabricantes de la industria alimentaria las empleen, ya que se traduce en que los alimentos se mantengan en buen estado durante más tiempo. Asimismo, sacian más y a simple vista parecen más apetitosos. Y suelen ser más económicos que los aceites puros.

Pero la realidad es que los aceites hidrogenados, al funcionar como una grasa saturada, suponen una amenaza real para la salud del ser humano, al incrementar el colesterol malo (LDL) y provocar un incremento de peso.

Por estas razones, es siempre una opción más saludable apostar por aceites de origen vegetal puro, con sus ácidos grasos saturados, mono-insaturados y poli-insaturados.

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